Apreciados todos, amigos del Centro La Salle Liria y del Projecte Obert.

Ya veis cómo pasa el tiempo. Parece que fueron ayer las vacaciones, pero tras dos meses de trabajo nos hacemos consciente que, en efecto, las vacaciones pasaron y ahora estamos metidos en la tarea.  Y en ello hemos de encontrar la felicidad.

Por eso estas festividades nos hablan de la vida, que cada persona la desarrolla positiva o no tanto. Pero es su vida. Y a esta vida os la quiero describir con unos ejemplos que nos hablan de ella.

¿Quién no conoce el mito de la Esfinge y Edipo?

Edipo, para entrar en la ciudad de Delfos, tuvo que descifrar el enigma que le propuso la Esfinge (mitad mujer, mitad león): “¿Cuál es el ser que tiene cuatro patas por la mañana, dos al mediodía y tres por la tarde?

Edipo reflexionó sobre el enigma de la esfinge y finalmente encontró la solución. El ser al que se refiere la esfinge es el hombre. Por la mañana de su vida, el hombre se arrastra en el suelo como un bebé, usando las cuatro patas (dos manos y dos pies). Al mediodía, el hombre ya en su madurez camina erguido sobre dos piernas. Y por la tarde, en la vejez, el hombre utiliza un bastón para caminar, por lo que tiene tres «patas».

Esa es la persona humana. Así se va pasando de un tiempo a otro. La mañana que simbolizada la etapa infantil y adolescencia; el mediodía representa la madurez humana, y el atardecer, la etapa de la ancianidad.

 

Los poetas nos han dejado preciosos poemas para celebrar el final e inicio de la vida futura.

Jorge Manrique dedicó sus ‘Coplas’, escritas a finales del siglo XV, como una elegía a la figura de su padre en la que también vertió reflexiones sobre lo pasajero de la vida, la vanidad de lo mundano, etc.

El autor compara la vida a los ríos que van a dar a la mar.

Y transcribo los últimos versos de las “Coplas”.

“Este mundo es el camino /  para el otro, que es morada sin pesar;
mas cumple tener buen tino/ para andar esta jornada  sin errar.
Partimos cuando nacemos /  andamos mientras vivimos, y llegamos
al tiempo que fenecemos; así que cuando morimos descansamos”.

 

La música nos ha dejado sentidas canciones con las que despedimos a la persona cuya vida en esta tierra ha llegado a su fin.  

 “Despidamos al hermano y elevemos en su honor una oración. Despidamos todos juntos al hermano y entonemos la victoria del Señor. Cristo te dé la vida y te reciba en su amistad”.

 

San Agustín pone en boca del difunto, dirigiéndose a los que le acompañen en su despedida, este texto.

“Amigos la muerte no es nada, solo he pasado a la habitación de al lado. Soy yo, vosotros sois vosotros. Lo que somos unos para los otros, seguiremos siéndolo. Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho. No uséis un tono diferente. No toméis un aire solemne y triste… Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase… La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado […] Volveréis a verme, pero transfigurado y feliz; no ya esperando la muerte, sino avanzando con vosotros por los senderos de la luz y de la vida, bebiendo con embriaguez, a los pies de Dios, un néctar del que nadie se saciará jamás”.

 

Nuestra cultura tiende a presentar al que ha cumplido sus días en nuestro mundo con acentos lacrimógenos, de pena, de llanto, etc.  Pero hay otras culturas que celebran la despedida del familiar o el amigo con fiestas durante varios días. Tal es el caso en Madagascar.

¿Por qué no celebrar la vida de aquí con alegría? Hay personas que han dejado en su testamento que en su despedida del mundo en el que han desarrolado su vida no sea con tanta pena o dolor, sino son canciones de alegría. Así lo entiendió la reina Fabiola que, en el funeral por la muerte de su esposo, el rey Balduino, asistió vestida de BLANCO, es decir, de GLORIA. Y ella misma pidió que en su funeral se cantase la Misa de Gloria.

Yel que escribe esta reflexión, recuerda al que fue el  2º Hno. Visitador del Distrito de Valencia-Palma (H. Felipe Andrés /Rufino) le pidió que en su funeral se entonase el ALELUYA del oratorio “El Mesías” de Jorge Federico Häendel.

Que estas festividades nos motiven a vivir la vida con alegría y agradecimiento.

Amigos/as con cariño, un abrazo.

  1. Joaquín Gasca.

1.11.2024