
“dilexit nos”
Queridos amigos que, día a día, nos vemos en nuestro entorno del Centro La Salle de Liria.
A todos un saludo cordial.
Entre los critianos el mes de junio lo dedicamos al amor configurado por la imagen del Cristo con un corazón. Y esta devoción ha existido desde los orígenes del cristianismo.
Hemos sido testigos de los últimos días del Papa Francisco. La TV nos mostró el cariño que recibió por tantas y tantas personas en sus últimos días. Así como la celebración de sus exequias y la elección de su sucesor.
Son muchos los documentos que el Papa Francisco nos ha dejado, no solo para los católicos sino tambien para las personas de buena voluntad.
Os dedico unos textos extraídos de la Encíclica “DILEXIT NOS” (Nos amó) sobre el amor humano y divino, simbolizado por el corazón.
La importancia del Corazón.
“Nos amó”, dice san Pablo refiriéndose a Cristo en su carta a los Romanos (Rm8,37), para ayudarnos a descubrir ese amor que “nada podrá separarnos”. Y en Juan, Jesús dice a sus discípulos “los he amado” y también “los llamó amigos”. Y gracia a Jesús “nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos créido en ese amor”.
¿Qué expresamos cuando decimos corazón?.
Cuando expresamos el amor de Jesucristo usamos el símbolo del corazón. Alguno se pregunta si hoy tiene un significado válido.
El griego clásico profano utiliza el término “kardia” (cardia = corazón) que significa lo más interior de los seres humanos, animales y planatas. En Homero, indica no sólo el centro corporal, sino también el centro anímico y espiritual del ser humano. En la Ilíada, el pensar y el sentir son del corazón y están muy próximos entre sí… etc,
“El corazón es el lugar de la sinceridad, donde no se puede engañar ni disimular. Suele indicar las verdaderas intenciones, lo que uno realmente piensa, cree y quiere, los secretos que a nadie dice…
Al atardecer, dos discípulos de Jesús regresaban a su pueblo. Jesús se les unió a ellos. Vivían unos momentos de angustía, confusión, desesperanza, desilusión. Jesús se interesó en su conversación y así llegaron a Emaús. Jesús hizo ademán de seguir su camino… Pero discípulos le invitan a cenar… y en el mometo de la bendición descubren a Jesús, que desaparece. Algo ocurrió en lo más hondo de sus corazones: “¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino?” (Lc 24,32)
Esta verdad de cada persona tantas veces está oculta debajo de mucha hojarasca que la disimula, y esto hace que se vuelva difícil sentir que uno se conoce a sí mismo y más aún que conozca a otra persona: «Nada más tortuoso que el corazón humano y no tiene arreglo: ¿quién puede penetrarlo?» (Jr 17,9). Así entendemos por qué el libro de los Proverbios nos reclama: «Con todo cuidado vigila tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida. Aparta de ti las palabras perversas y aleja de tus labios la maldad» (Prv 4,23-24). La pura apariencia, el disimulo y el engaño dañan y pervierten el corazón.
El Corazón también es capaz de unificar y armonizar tu historia personal, que parece fragmentada, pero donde todo puede tener sentido. Es lo que expresa el Evangelio en la mirada de María, que mira con el corazón… En el Evangelio, la mejor expresión de lo que piensa un corazón son estos dos pasajes del evangelista Lucas: “María atesoraba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2,19 y 51).
Apreciado lector, te he ofrecido unos textos extraídos de la encíclica DILEXIT NOS (Papa Francisco).
¿¡Cuántos motivos tienes para decir Gracias”, porque reconoces “qué alguien te amó”!?
A ese alguien ponle “nombre”.
Con afecto.
- Joaquín Gasca, fsc. 1.06.2025