Una buena lección”

Apreciados amigos del entorno de Centro La Salle y del Projecte Obert. Marzo me invita a recordar las fiestas falleras. Así a disfrutarlas. ¡Que San José os bendiga a todos/as.

Quizás os preguntéis que tiene que ver el título Una buena lección” con unas botas viejas de un campesino.

Permitidme, antes de entrar en lo que os ofrezco como reflexión, una breve divagación sobre el “cuadro”.

Su autor: Vincent Van Gogh. Su título original: Schoenen. Y lo podéis visitar en el “Museo Van Gogh, Amsterdam (¡Ánimo!).

 Miguel Calvo Santos nos comenta: Una elección inusual de tela para una pintura: “Dos viejos zapatos gastados”. Sin embargo, la pintura cuenta, sugiere… muchas cosas a muchos niveles: artístico, afectivo, histórico, estético, político o filosófico. Por ejemplo, como dijo el filósofo Heidegger, fan de Van Gogh: “Hasta ahora el arte se ocupaba de lo bello y la belleza y no de la verdad…”.

Leed serenamente el este relato y después preguntaos: ¿Qué lección saco de esta historia? ¿Qué me ha dicho a mí? Etc.

“Un estudiante universitario salió un día dar un paseo con un profesor, a quien los alumnos consideraban su amigo debido a su bondad para quienes seguían sus instrucciones.

Mientras caminaban vieron en el camino un par de zapatos y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba por terminar sus labores.

 

       El alumno dijo al profesor: Hagamos una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre.

 

       Mi querido amigo –le dijo el profesor-, nunca tenemos que divertirnos a expensas de los pobres. Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre. Coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre.

Eso hizo y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos.

 

       El Hombre pobre, terminó sus tares, y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y su abrigo. Al ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato, pero al sentir algo dentro, se agachó para ver qué era y encontró la moneda. Pasmado, se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda, le dio la vuelta y la volvió a mirar. Luego miró a su alrededor, para todos lados, pero no se veía a nadie. La guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda. Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando de su esposa enferma y sin ayuda y de sus hijos que no tenían pan y que debido a una mano desconocida no morirían de hambre.

El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de lágrimas.

 

Ahora –dijo el profesor- ¿no estás más complacido que si hubieras hecho una broma?

El Joven respondió: Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré. Ahora entiendo algo que antes no entendía.

¡¡ES MEJOR DAR QUE RECIBIR!!

 

Yo me callo. Vosotros tenéis inteligencia y corazón.

Un abrazo cordial y fraterno.

H.Joaquín Gasca.fsc. Liria. 1.03.2023.